Hace más o menos como una semana que una amiga me invitó al cumpleaños de una compañera de ella. Me dijo, “va a ser en una disco de Avenida la Florida, quieres ir?”.
Yo lo pensé y me acordé del viejo cuento del bufón y el Rey, donde el Rey , viejo a la antigua no le gustaba la música, ni la gente joven, pero como se sentía solo, necesitaba la compañía de alguna mujer. Así que le pidió consejos a su fiel amigo bufón para que este lo ayudara a conocer mujeres. Mire Rey, usted debería salir más, podría ir por ejemplo a una discoteque, a lo que el rey respondió, NO!, de ninguna manera, como se te ocurre bufón!! No te imaginas a lo que van los jóvenes ahí. Van a la discoteque a bailar!! Y el bufón responde, ¡¡¿dónde quedó la decencia?!! Van a la discoteque a tomar hasta quedar botados, ¡¡¿dónde quedó la moral?!! Respondió el bufón, van a la discoteque a tener sexo!! ¡¿dónde….donde queda la discoteque?!!.
Así que me auto convencí, y le dije, yapo, y aunque reconozco que no soy un muy buen bailarín, bailé, y es que entre bailar un reggaetón y quedarme solo sentado tomando como carretonero, prefiero perrear, lo que no me convierte en un flaite de zapatillas blancas y cadenas al cuello.
Lo que si me sorprendió fue la cantidad de babosos que hay dentro de una disco, y a pesar de que en todos lados se ven personajes, dentro de esta eran muchos. Estaba la típica mina ultra apretá, ultra desabrigá que se va a puro pasear y calentarle la sopa a los babosos que se paran a mirar como baila el resto, o a esperar que alguna de las niñas de la pista le diga, bueno ya “imbécil” bailemos, porque ellas bailan entre ellas. Y me di cuenta de que eso de que las mujeres cuando quieren y los hombres cuando pueden es aplicable hasta en algo tan simple como bailar. Que tampoco es tan simple, para los descordinados corporalmente.
Y así pasó la noche, entre cumbias, merengues y reggaetón. Y aunque no es mi estilo de carrete, si para una próxima oportunidad me invitan diré “Claro que si mami si yo soy el cangri y tu estás suelta como gavete!”.